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Mercado de Granos en la actualidad.

  • Foto del escritor: Jessille López
    Jessille López
  • 8 sept 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 8 sept 2018


Delimitación actual del Mercado de Granos. Fuente: elaboración propias a partir de los datos espaciales desde el SIG oficial de Colombia (Sigot-IGAC).

El Mercado de Granos es hoy día el edificio de abastos más antiguo de la ciudad de Barranquilla, y aun cuando fue inaugurado al finalizar el año 1913, conserva su formaleta original, pues no ha tenido mayores intervenciones y las reformas son mínimas. En su interior hay colmenas en donde se venden productos de segunda mano, artesanías de la región[1], medicina natural y ciertos víveres. Los colmeneros del lugar en su mayoría han sido herederos la actividad familiar, que valoran y luchan por mantener en medio del decaimiento en el clima de negocio, aunque realmente se sienten desatendidos de la municipalidad.


Si bien su nombre indica de venta de granos y en general abarrotes, este Mercado no fue un sitio especializado para la venta de esos productos; por tanto, desde el principio daba cabida a una variedad de locales, en donde pasadas algunas décadas se instalaron familias de yerbateros de orígenes diversos. Estas personas tenían conocimientos ancestrales sobre las propiedades curativas de las plantas, y aprovechando sus flores, hojas, cortezas, extractos y aceites ofrecían las bondades de la medicina fitobotánica tradicionalmente alternativa, así como la venta de sus preparados.[2] La efectividad de sus prácticas curativas se hicieron muy populares, y ganaron gran consideración social por sus saberes y habilidades en los tratamientos de las enfermedades en las diferentes etapas de la vida, de tal manera que atendían los niños con parásitos en época escolar, las “debilidades” del cuerpo femenino, el agotamiento del padre de familia, o los achaques del adulto mayor.


En esta ocasión, se centra la atención en una de las familias de yerbateros, cuyos representantes reclaman ser de las más antiguas asentadas en el mercado. Para adentrarnos en esta observación fue necesario realizar entrevistas sobre todo a la familia Zabaraín, dedicada durante a la venta de productos botánicos medicinales a base de plantas, óleos, ungüentos y fibras. Específicamente en la colmena #133 se ubica un representante de la segunda generación de dicha familia, el señor Leandro Manuel Zabaraín Ramírez, Barranquillero nacido en el barrio San Roque, yerbatero y comerciante, e hijo de Leandro Manuel Zabaraín Charris, conocido en vida como el indio Zabaraín, iniciador del negocio, y quien obtuvo una sólida acreditación siendo considerado como uno de los mejores sanadores en su campo que tuvo la Barranquilla desde los cincuenta.


En un aparte de los testimonios de Leandro Zabaraín sobre los conocimientos de su padre nos cuenta:

Él (mi padre) viajó para La Guajira con mi abuela, que era guajira, y después… se lo llevó para allá, para la Sierra, (…) en donde él aprendió el asunto de las hierbas, de la botánica.[3]

Actualmente, el señor Leandro mantiene el tradicional negocio de venta de sus preparaciones y hierbas en general. Las dimensiones del local son más reducidas que antaño, según nos cuenta. Entre tanto, en sus modos y formas manifiesta que conserva las palabras, frases amañadoras, las botellas compuestas y el deseo de curar de cualquier mal a cambio de un pago muy asequible. Y enlista con gracia y carisma parte de su inventario:

… Botellas de contra, miel de abejas, aceite de tiburón, jarabe de totumo, manteca de caimán, manteca de león, manteca de tortuga, aceite de culebra, aceite de iguana, aceite de armadillo, cebo de toba o cebo de palo; para la caída del cabello, sebo de chivo; para las manchas, concha de nácar, de todo eso se vende aquí…[4]

Y si le pregunte por las hierbas me dice:

Claro lleva las 7 plantas. Lleva destrancadera, zacazaca, abrecaminos, espanta espíritus, matiba, platiado, lluvia de oro. valen 7000, si quiere 5000, le vendo si quiere 3000, le vendo.

Cartel del puesto del sr. Zabaraín. Fuente: archivo personal.

Sr. Leandro Zabaraín. Fuente: archivo personal.

En todo momento el señor Leandro advierte que todo lo que recomienda, receta y vende es para devolver salud o recuperarla después de sufrir algún quebranto, y no para otros fines.

… Todos los días vienen supuestos brujos a pedirme cosas que no tienen nada que ver con la medicina natural... Yo no hice ningún juramento hipocrático como los médicos de universidad, pero el respeto a la memoria de mi padre me mantiene firme en mis principios, los mismos que él aprendió de los indígenas en la Sierra: “Todo mal que hagas o ayudes a hacer se devolverá multiplicado en tu contra”...[5]

El señor Leandro afirma que la conservación de estos principios en el manejo de su colmena tal vez explica el porqué de la persistencia en su labor, pues dice que no solo heredó la colmena a la muerte de su padre, sino algo más profundo que atrapó su interés desde los 7 años, cuando llegó Mercado, y que cultivó como un compromiso de ayudar a los demás honrando la memoria de su padre, de quien aprendió las preparaciones o fórmulas secretas de jarabes curativos.


Lo más notable de estas manifestaciones que unen el mercado con la medicina ancestral es que su permanencia se da por un vehículo afectivo y carismático donde se trasmiten valores y conocimiento de una generación a otra; en este caso de padres a hijos y sigue, pues el mismo señor Zabaraín ha instruido a dos de sus hijos (tercera generación), quienes comienzan a mostrar igual interés por el tema.


Imagen aérea actual del Mercado de Granos. Fuente: elaboración propia a partir de los datos espaciales desde el SIG oficial de Colombia (Sigot-IGAC).

¿Sin embargo, qué definió históricamente la tipología de este Mercado?, ¿fue en algún momento de granos exclusivamente? Desde su inauguración los decretos de la municipalidad daban apertura a la venta de alimentos preparados, víveres, cacharros, herramientas y granos en las colmenas interiores y los locales exteriores. Por otro lado, el señor Daniel Patiño (quien tiene un puesto de queso con una antigüedad de más de 50 años en el Mercado de Granos) manifiesta que una de las situaciones definitivas que moldearon el perfil del lugar, fueron los accidentes climáticos, que no tenían contención año tras año. Las constantes arremetidas del caño, dañaban la calidad de los granos y demás víveres, pues las inundaciones afectaban el Mercado y toda su mercancía.


En fin, hoy por hoy las aspiraciones de Leandro Zabaraín apuntan más a mantener su clientela, que multiplicarla. Si bien estas tradiciones ha menguado, por el cambio de los tiempos, aún existen alternativas viables de mantener el negocio. Se trata de una encomiable labor, que de muchas maneras propone respuestas, soluciones y medios para restablecer salud de los que allí acuden. Además de ser, por sí misma una primera y clara valoración de un patrimonio de conocimiento ancestral, también refleja la forma cíclica en que los individuos buscan caminos para ir al encuentro de la medicina natural, la sanación, y el vivir en la armonía y equilibrio que necesita la buena salud.


[1] Homerio Rafael Mejía Martínez, vendedor de artesanías del mismo Mercado de Granos recuerda las épocas de esplendor del Mercado, las vivencias cuando era niño e iba de la mano de su padre a ayudar en la atención de la colmena. Consultado en: “El tiempo parece no haber pasado en esa mole que cumple 100 años.” En: http://diarioadn.co/barranquilla/mi-ciudad/mercado-de-granos-el-gran-sobreviviente-1.67996 Veáse también: Rueda, Juan Carlos. Historias de vida en un mercado que se niega a morir. En: Latitud, 28 de julio de 2013.

[2] Un modelo similar de plaza de mercado especializada en estos productos como hierbas es la Plaza de Mercado Samper Mendoza de la capital, visionado como centro de acopio de hierbas aromáticas, medicinales y esotéricas, que gracias a algunas iniciativas de la Alcaldía de Bogotá ha sido reactivados; esta plaza también ofrece comidas, la venta de pescado, carnes, frutas y verduras. Véase: http://www.senalradiocolombia.gov.co/documentales/visita-al-mercado-de-plantas-medicinales-y-arom-ticas-del-samper-mendoza

[3] Testimonio de Leandro Manuel Zabaraín, yerbatero dueño de la colmena # 133 del Mercado de Granos.

[4] Ibíd.

[5] Rueda, Juan Carlos. Historias de vida en un mercado…, op. cit., p.10

 
 
 

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